El Edificio

El Edificio

Contando 5 ventanas desde el suelo y tres de lado se puede ver, un sábado en la mañana, como una mujer se amarra el pelo antes de salir de su cuarto he ir a desayunar. Hace casi un año compro un gato que ahora ronronea en el masetero de la ventana. El masetero se prolonga hasta la ventana de la izquierda donde un hombre se debate entre levantarse o seguir durmiendo. Mira hacia la ventana y ve que su gato descansa en el mismo masetero donde lo encontró hace un año. Al final decide rodarse de la cama y servirle algo de comer al animal que cree que es suyo. Hace ya seis meses que sale con su vecina y aun no se dan cuenta que comparten la misma mascota.

En el mismo edificio viven dos señoras que aun no han descubierto los beneficios del mail y, para tortura de los que las conocen, aun insisten en que les manden todo usando el correo tradicional. La primera, es la dueña del edifico y vive en la el primer piso, en el departamento de la derecha. Esa misma mañana recibirá del portero fotos de su hija mayor, que vive fuera, embarazada de su primer nieto. De le emoción le agradecerá con tanta intensidad que sus palabras llegaran hasta el piso de arriba. Ahi, la otra Señora recibirá, tres minutos mas tarde, su correo. Se pondrá los lentes de leer y leerá los desalentadores resultados de sus exámenes médicos. Así pasaran la mañana, solas, paseándose por sus salas, una preocupada pero alegre pensando en el inicio de una vida y la otro simplemente preocupada pensando en el final de la suya.

Cuando la segunda señora se quite los lentes y se seque el sudor con un pañuelo, al otro lado del piso, con un pañuelo le limpiara la nariz una madre a su hijo. Como es sábado el papá del niño pasara a recogerlo para llevárselo por el fin de semana. Como es sábado, cuando el niño se esfume, la madre se arregla para espera a un hombre que la ha invitado a salir. (El hombre del tercer piso algunas veces lo hacia hasta que vio al niño, luego comenzó a salir con su vecina.) Saldrán todo el sábado y quizás hasta parte del día siguiente. Una vez se la vio llegar tambaleándose el domingo por la tarde, (igualita a como salio la noche anterior),  pocos minutos antes de que llegara su hijo.  Madre abnegada, de lunes a viernes, cuando este le trae con que entretenerse, ya sea hacerle un disfraz para el colegio, ayudarlo con la tarea, cocinarle galletas o hacerle la cama. Pero cuando el objeto de su devoción desaparece por el fin de semana, necesita buscar con desesperación con que distarse y olvidar al ex-esposo.

Una ventana de lado y dos arriba, se encuentra la sala de una familia. La bulla que siempre se escucha en ese piso proviene de los juegos de todos los niños que viven ahí. Son tantos los niños, que justo cuando uno piensa que los tiene a todos identificados uno nuevo se asoma a la calle. Nadie sabe como entran en el departamento o si siquiera esta permitido que tanta gente vive junta ahí. Hace tres años que se mudaron a la ciudad y siguen tratando de traerse al campo con ellos.  La mancha de humedad en el techo de los vecinos de abajo se hizo cuando trataron de ver si se podía sembrar gras en su departamento. Esta mancha ya debe tener varios meses, el mismo tiempo que los dueños de casa dicen que el próximo fin de semana la pintan. Estos vecinos también son una familia, aunque bastante mas reducida. En estos momentos de la mañana del sábado, cuando cada uno se ocupa de sus cosas, siempre reina la paz. No es hasta la noche cuando todos se dispongan a arreglarse para salir que comenzaran a discutir y seguirán hasta que el último salga del departamento. Mañana como es Domingo, irán a misa y se sentaran todos juntos y sonrientes, aun si pelearon todo el camino de ida y lo continuaran haciendo todo el camino de vuelta.

No se sabe exactamente quien vive en el último piso. Este es el único departamento que abarca todo un piso y el único que tiene una terraza lo suficientemente grande para hacer una fiesta. Cada dos sábados, ya sea invierno o verano, la música fluye desde este séptimo piso e inunda el edificio. Los invitados suben y bajan por el ascensor o las escaleras y se pierden entre los pasillos de los demás niveles. Sus fuertes voces se oyen hasta el otro lado de la calle. Ya los vecinos se rindieron de pedir que bajen la música. Ahorra ellos también salen para escapar del ruido. Ahi incluso algunos que más de una vez se han colado a la fiesta. Comienzan tocando a la puerta para quejarse del ruido y antes de que los invitados le puedan avisar al dueño que su vecino lo buscan este ya se perdió entre la gente y se hace pasar por un invitado mas. Fue una de estas veces en la que había vecinos colados en la fiesta que asaltaron el edifico. Los invitados en la terraza vieron salir a dos ladrones por la puerta del garaje, subirse a un carro y fugar.

Lo curioso es que nadie llamo a la policía. Todos los que estaban en la fiesta fueron a chequear sus departamentos y luego volvieron a colarse cuando se dieron cuenta que nada faltaba. Pudieron haber entrado al 7-A que hasta ahora sigue en venta o al que esta justo dos pisos abajo, porque la familia estaba de viaje. De todos modos, los inquilinos al darse cuenta de que sus cosas estaban bien, decidieron no darle mas vueltas al asunto. Ninguno nunca se conoció lo suficientemente bien como para preguntar directamente si es que le habían robado. Ya mañana, poco a poco les llegarían los chismes.

Yo que estaba sentada en el departamento de enfrente pensé en llamar cuando vi que dos hombres sospechosos entraban por la puerta del garaje, y lo pensé de nuevo cuando los vi salir. Pero la verdad no pensé que era asunto mió, yo tampoco los conocía muy bien.